No es ninguna novedad que la energía solar es una de las mayores apuestas que existen para la obtención de energías renovables. La planta solar es la solución a gran escala para captar y convertir la radiación solar en energía eléctrica para su comercialización y aprovechamiento.
Existen una serie de ventajas en el uso de esta energía renovable, pero su funcionamiento no es necesariamente sencillo. Entiende qué es una planta solar y cómo funciona:
Tipos de planta solar
Básicamente existen dos tipos de plantas solares: las plantas basadas en placas fotovoltaicas, y las denominadas plantas heliotérmicas.
Las plantas fotovoltaicas, que son la gran mayoría de las plantas existentes, son versiones a gran escala de los paneles que se pueden ver en los techos de las casas. En este caso, la planta solar está formada por una gran superficie de paneles fotovoltaicos que captan y convierten la energía solar.
Una planta heliotérmica se preocupa de concentrar la energía solar captada en varios puntos en un mismo espacio. A través de energía concentrada, una planta de este tipo calienta y presuriza un fluido que activará los generadores, como en las plantas que queman fuel, por ejemplo.
¿Cómo funciona una planta fotovoltaica?
Una planta solar basada en placas fotovoltaicas, que representan la casi totalidad de las plantas de este tipo, funciona con grandes paneles a base de silicio. Como semiconductor, el silicio absorbe energía solar y, de acuerdo con su tasa de eficiencia, convierte parte de ella en energía eléctrica, disponible en la red.
La planta se diferencia de los tableros residenciales comunes porque trabaja en alta tensión y necesita equipos que adapten la energía a las reglas de distribución.
Ventajas y desventajas
La principal ventaja de una planta solar es bastante obvia: es renovable y no depende de un recurso natural cada vez más escaso, como es el caso de las plantas de combustibles fósiles.
La “materia prima” de la energía es un poco más predecible que en el caso de las centrales hidroeléctricas, que dependen de las precipitaciones y los niveles de agua. Aunque la disponibilidad de la radiación solar puede variar, no se presentan largos períodos de tiempo sin irradiación, como ocurre con el agua durante los períodos de sequía.
Además, su costo de mantenimiento es bajo y su impacto en la naturaleza y el entorno social circundante es pequeño. Aunque el costo de instalación de una planta solar es alto, su vida útil es de 30 años con costos de mantenimiento insignificantes en comparación con las plantas tradicionales.
Hay, sin embargo, algunas desventajas. El primero es exactamente este costo inicial. Aunque su vida útil es larga, una inversión del tamaño de una planta solar fácilmente podría construir otro tipo de plantas más económicas y más aprovechadas en el mercado.
También hay una discusión sobre el mito de la “energía limpia” de la energía solar. Si bien la captura y conversión del sol no es dañina para el medio ambiente, la extracción del silicio -principal producto utilizado para la formación de las placas- es agresiva para la naturaleza, y adolece de incertidumbres de disponibilidad en el planeta, como cualquier fósil.
También se habla de la opción de la energía solar como alternativa residencial, en lugar de la necesidad de instalar grandes plantas, muy costosas para la iniciativa pública. La “microgeneración” residencial funciona bien para muchos hogares y puede pagarse con el consumo, con el beneficio de reducir significativamente tu factura de electricidad. Esto reduce la demanda total de energía del país y ahorra las arcas públicas, lo que no ocurre con la instalación de nuevas plantas.
